Una vez iba camino a San Miguel el Alto, a ver a un cliente que quería el diseño de una casa. Acompañado de mi hermano Enrique al que amo con todo mi corazón. En ese viaje los dos teníamos una preocupación en común: Que la camioneta en la que íbamos no fuera a fallar y nos dejara a la mitad de la carretera. Todo el camino íbamos pensando y hablando de eso.
Dentro de las muchas cosas que dijimos sobre la camioneta y la preocupación hubo una que me gustó mucho: Y es que pensamos en que si quizá nosotros tuviéramos una mejor camioneta, nuestro tiempo invertido en pensar eso lo pudiéramos invertir en pensar en como mejorar nuestro negocio, en cómo mejorar como personas o en otras cosas más productivas que pensar en si la camioneta iba a fallar o no.
Creo que esta la enseñanza que me quedó de ese pensamiento es que nuestro cerebro funciona como una computadora a la que le debemos de liberar espacio. Así en ese nuevo espacio podemos llegar a pensar en como mejorar un proyecto arquitectónico, cómo conseguir nuevos clientes, etc.
Y es esta búsqueda constante de mejorar las cosas que entra el mejorar la arquitectura, entre menos basura mental tengamos nuestros proyectos serán cada vez mejores.
Hay que entre otras cosas enfocarnos en cosas que nos aporten y aporten cosas a las demás personas. Y hacía donde enfocamos nuestra energía es hacia donde llevamos nuestra vida.
Liberemos nuestras mentes de la preocupación de la camioneta.